En el estado posprandial, la homeostasis de la glucosa
depende del balance entre la producción de glucosa
hepática y la utilización de esta por los tejidos que dependen
de insulina, como son: hígado, tejido adiposo y
músculo, y por aquellos tejidos independientes de esta
hormona, como son: el cerebro y los riñones. Este exquisito
balance es regulado por las hormonas pancreáticas
debido a que, en los individuos normales, la respuesta
al incremento de la glucosa plasmática es un
incremento en la secreción de insulina por las células β
del páncreas.Este estimula el transporte de glucosa en
los tejidos periféricos hacia su interior y, a la vez, inhibe
la gluconeogénesis hepática.
En la diabetes tipo 2, confluyen dos factores defectuosos:
el primero es un detrimento de la habilidad
de los tejidos periféricos como respuesta a la insulina
(resistencia a la insulina); y el segundo es el resultado
de la disfunción de la célula β, como consecuencia de
una hiperglicemia sostenida. A esto contribuyen dos
componentes: el genético y el ambiental. Ambos responsables
del paso de tolerancia normal a la glucosa,
hacia diabetes tipo 2.
En la homeostasis de la glucosa, la hormona también
promueve otros eventos celulares, incluyendo el
transporte de aminoácidos e iones, interviene además
en el metabolismo lipídico, en la síntesis de glucógeno,
en la trascripción de genes y en el recambio de ARNm,
en la síntesis y degradación de proteínas y en la síntesis
de ARN. Además, juega un papel importante en la
reserva de combustibles de la ingesta y en el normal
crecimiento y diferenciación celular.
El mecanismo de acción de la insulina no se ha
esclarecido del todo. La unión de la insulina a sus receptores
en la membrana plasmática de las células de
sus órganos diana (hígado, músculo y tejido adiposo)
produce la estimulación de la actividad tirosinquinasa
de varias proteínas intracelulares, entre ellas el propio
receptor y el sustrato receptor de la insulina (IRS-1).
La insulina inhibe la gluconeogénesis hepática, antes
estimulada por el glucagón, y disminuye la concentración
de AMPc por el incremento de la fosfodiesterasa
y también estimula la actividad de las proteínas fosfatasas.
Al activar la desfosforilación de la enzima
bifuncional PFK-2 / FBPasa-2, produce la formación
de fructuosa 2,6 y, por tanto, aumenta la glucólisis y
disminuye la gluconeogénesis.
En general, la insulina induce las enzimas glucolíticas
e inhibe las gluconeogénicas por un mecanismo
que implica la fosforilación de factores que se unen a
zonas específicas del ADN para estimular o inhibir la
transcripción de los correspondientes genes. También
actúa por un efecto indirecto que provoca la inhibición
de la degradación de las proteínas musculares, lo que
disminuye la disponibilidad de aminoácidos libres como
sustratos gluconeogénicos; por el contrario, activa la
entrada de aminoácidos y la síntesis de proteínas en las
células musculares.
La insulina inhibe la lipólisis en el tejido adiposo, tal
vez por la activación de la fosfodiesterasa, que hidroliza
el AMPc, y a la vez inhibe la lipasa sensible a hormona.
Esta inhibición disminuye la liberación de glicerol y
ácidos grasos. Por el contrario, la insulina estimula la
síntesis de ácidos grasos y triacilglicéridos en el tejido
adiposo y en el hígado.
1 comentario:
Excelente explicación, muy clara. Gracias.
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